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Infoxicación: La otra enfermedad (parte 2)

¿Era Juan víctima de la infoxicación? Llevaba más de 8 hrs revisando su celular, lo que comenzó con un “meme” terminó en un una teoría de la conspiración que postulaba la relación entre el virus y el Nuevo orden Mundial. En tan solo unas horas Juan pasó del enojo a la angustia para finalizar con una parálisis —un verdadero sentimiento de no saber qué hacer después de recibir una abrumadora cantidad de información— y solo se quedo ahí, con la mirada en el celular pero con la vista un poco más allá. Había sido infectado sin siquiera percatarse de ello.

Analogía del contagio

En una versión muy simple, una vez que el virus del SARS-Cov-2 entra en el cuerpo se esparce por todos lados y se sitúa particularmente en los pulmones. El sistema inmunológico es el que se encarga de aliviar o complicar las cosas una vez que ha sido infectado el individuo. Del mismo modo que con la enfermedad COVID-19, así sucede con la infodemia. Una vez que el virus digital (la infoxicación) entra en la mente, se esparce por todas las neuronas, altera al individuo, su comportamiento y psique, corresponde a la razón y al juicio crítico entonces, realizar el papel de sistema inmunológico frente a esta infección.

En tiempos actuales esto cobra especial importancia, un ejemplo de la diferencia entre el efecto del COVID-19 y la pandemia del SARS en 2002 es su efecto en las emociones colectivas. Los registros del antecesor estuvieron ahí para su consulta: el porcentaje de letalidad, contagio, brotes, etc. La gran diferencia es que nadie los recuerda porque no existían o no había tanto acceso a los servicios de mensajería instantánea, celulares con una cámara decente, ni redes sociales por medio de los cuales compartir los datos de manera inmediata y a todo el mundo.

Esparciendo la toxina

La infoxicación es un término que tiene más de 20 años conceptualizado por el brillante Alfons Cornella, quién en 1996 lo define como una saturación y sobreexposición a la información. Consideraba entonces varios elementos de difusión pero destacaba algunas fuentes como la publicidad y los medios masivos.

En esa entonces estábamos limitados a lo que mostraban en las noticias, a lo que un determinado número de personas decidían compartir pero no por ello menos contaminados y entonces… llegó la coalición de Internet agravando esta condición. Ejércitos de buscadores y sitios bombardeando sin piedad de datos. Referencias y noticias de todas partes, poco a poco fueron ganando terreno y familiaridad, esperando pacientemente que llegaran las redes sociales a dar el tiro de gracia publicando las opiniones de cualquier persona como verdad irrefutable,

Con la llegada de estas tecnologías se elevó el nivel de exposición a los datos y la forma de uso por parte de los internautas. De acuerdo al estudio Digital In 2019 elaborado por We are Social y Hootsuite “El tiempo promedio que un usuario está conectado a redes sociales (en un día) es de 2 horas 16 minutos” faltaría agregar las visitas a buscadores y sitios de su preferencia.

Imaginen ahora que buscamos estar informados del tema de moda (en este caso COVID-19, en tan solo un momento tenemos una cantidad de datos casi infinitos, pero aquí es cuando se pone interesante.Reuters Institute, explica en su informe acerca de la infodemia durante la pandemia, que el 59% de la información falsa es “reconfigurada”; esto significa que contiene datos verdaderos pero se modifica agregando contenido engañoso o derivado de un contexto falso. También expone que el 38% de este contenido es “fabricado”, en otras palabras, inventado y el porcentaje restante obedece a sátiras, parodias y memes.


¿Tenemos ahora claro lo tremendamente peligroso de la situación? Infodemia e infoxicación trabajando de la mano en perfecta simbiosis para contagiar a un usuario que pasa tiempo considerable en Internet, devora información pero no es capaz de entenderla.

La cura

  • Identificar los síntomas: Si te sientes abrumado por la información que recibes diariamente, te paralizas en algún momento de tu día o simplemente no sabes qué hacer con los datos que te han llegado, estás contagiado y el primer paso es reconocerlo.
  • Ordenar la información: Agrupa la información por categorías y listas, así será más fácil de consultarla. Puedes crear estas listas en Twitter o utilizar lectores de redes sociales como Feedly.
  • Modifica tus hábitos: No consumas información todo el tiempo. Independiente del tópico que necesites investigar, bloquea un espacio en tu agenda para buscar, investigar y leer, pero lo más importante, asigna un tiempo máximo de consumo de información, de lo contrario, estarías perdiendo tu recurso más importante que es el tiempo.
  • Información de calidad: No es lo mismo el vlogero geek emprendedor, amante de la innovación, iluminado por Google, que el reportero que lleva 25 años de trayectoria. Cada medio, persona y fuente de información tiene sus propios intereses. Cuestiona cada uno y decide.

Internet, las redes sociales y la conectividad seguirán creciendo, innovando y sorprendiéndonos cada día más y en consecuencia, la información crecerá exponencialmente. El punto medular es ponerle freno, pero no a los datos, sino a la exposición y la cantidad de tiempo que pasamos frente al ordenador. 

Debemos desarrollar el juicio crítico y discernimiento para no enfermar. Utilizar los límites y la capacidad de organización como vacuna y en especial asumir nuestra propia responsabilidad al consumir información, pero también al momento de compartirla.

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